Porque todas las personas tienen derecho a vivir experiencias memorables, y más aún si son tus clientes.

En un mundo lleno de restaurantes con ofertas similares, centrarte en las personas te hará ser diferente.

Creo firmemente que todos merecemos vivir la vida intensamente, hacer de los pequeños placeres grandes momentos, y de lo ordinario experiencias memorables.

El reto está en lograr transmitir estas sensaciones entre las personas que comen, sienten y viven alrededor de la mesa de tu restaurante.

Ese es mi trabajo y estoy deseando ayudarte.

Comprometida, empática, optimista, cercana, y por encima de todo…..

Soy una persona a la que le apasiona ayudar a los demás, acompañándoles a salir de su zona de confort para conseguir los resultados con los que, hasta ahora, solo soñaban.

Soy Noe Nieto, consultora de restaurantes, y juntos vamos a conseguir grandes resultados.

Nutricionista de formación, Neurogastrónoma diplomada, con 15 años de experiencia en marketing y ventas, y especializada en experiencia del cliente en el sector lujo.

Y ésta es mi historia.

Ese ritmo frenético me obligó a comer sola muchos días en diferentes restaurantes, y aunque suene extraño, al final hice de esos momentos, los de más placer. Me gustaba descubrirlos, experimentar sus sabores y conectar con gente realmente entregada a su profesión. Vivir esas situaciones me hizo pensar que un restaurante no era sólo un espacio para comer, sino un momento que permanece en la memoria, un recuerdo, un lugar donde se genera felicidad.

Y llegó el confinamiento. Tras las primeras semanas de adaptación, me sorprendí a mi misma refugiándome en la cocina para evadirme de todo. Grababa mis mejores recetas y las compartía con la familia y amigos, así me sentía cerca de ellos. Y fue ahí cuando me di cuenta de que necesitaba un cambio, recuperar esa pasión y orgullo por un trabajo bien hecho, conocerme mejor y reinventarme. Algo se estaba revolviendo en mi interior.

Nacía una nueva yo.

Llegué a Madrid en 2006 buscando hacerme un hueco en el mundo de las ventas ¡Y vaya si lo conseguí! En poco tiempo, mi carrera subió como la espuma, pero transformó mi día a día en una carrera de la rata constante. Quizá emocionante pero también muy fría e impersonal.

Y llegó el confinamiento. Tras las primeras semanas de adaptación, me sorprendí a mi misma refugiándome en la cocina para evadirme de todo. Grababa mis mejores recetas y las compartía con la familia y amigos, así me sentía cerca de ellos. Y fue ahí cuando me di cuenta de que necesitaba un cambio, recuperar esa pasión y orgullo por un trabajo bien hecho, conocerme mejor y reinventarme. Algo se estaba revolviendo en mi interior.

Nacía una nueva yo.

Ese ritmo frenético me obligó a comer sola muchos días en diferentes restaurantes, y aunque suene extraño, al final hice de esos momentos, los de más placer. Me gustaba descubrirlos, experimentar sus sabores y conectar con gente realmente entregada a su profesión. Vivir esas situaciones me hizo pensar que un restaurante no era sólo un espacio para comer, sino un momento que permanece en la memoria, un recuerdo, un lugar donde se genera felicidad.

Hoy evalúo los negocios de restauración desde el prisma de la emoción y de la experiencia del comensal, aportando a los dueños de los restaurantes la visión más importante y a menudo la más olvidada: la del cliente. Esa que viví en tantas ocasiones y que caló tanto en mí para ponerla al servicio de los demás.

Disfruto mucho de mi trabajo porque la emoción de un día nuevo es una nueva oportunidad de impresionar a alguien.

Me hace inmensamente feliz ayudar al equipo del restaurante a ver el negocio desde una perspectiva apasionante, desde la premisa de que más allá de servir platos, son responsables de generar felicidad. Les muestro el potencial que tiene el cambio y les motivo a ir a por ello con entusiasmo.

Solo así conseguirán sorprender a sus comensales y lograr clientes fieles que repitan una y otra vez y compartan con su entorno las vivencias de una experiencia de gastronomía memorable.

Vivo convencida de que...

La felicidad está en compartir momentos mágicos con la gente que nos rodea.

El éxito está en los pequeños detalles.

Lo emocional gana a lo racional.

Descubre mis particularidades, esas que te ayudarán a entender la persona que soy

Hasta aquí te he contado mi historia, mis creencias e incluso el propósito de mi marca. Sería genial que de alguna forma te hayas visto reflejado y que compartas gran parte de mis convicciones.

Pero si te has quedado con ganas de saber un poco más de mí a nivel personal, aquí te descubro algunos ingredientes secretos de mi persona que puede que te sorprendan.

Nací en Vigo, una pequeña gran ciudad ubicada en la costa noroeste de España. Pero hace ya muchos años que Madrid me acogió con los brazos abiertos.

¿Sabes eso de coleccionar imanes, dedales o postales como souvenirs de los viajes? Pues no es mi caso. Yo prefiero llevarme un pedacito de la gastronomía del lugar para compartirla con familia y amigos. Deformación profesional, lo llaman.

Tengo un truco infalible para destapar mi creatividad. La esencia de eucalipto me hace viajar a mi infancia y dispara mi ingenio.

Si tengo que elegir un rincón especial en el mundo, sin duda sería Sicilia.

Tengo 2 grandes debilidades culinarias: el chocolate puro y el queso. Lo sé, no es muy original pero es así.

Y nada mejor que el aroma de la trufa, la albahaca y la mantequilla para sentirme como en casa.

Como no podía ser de otra forma, la gastronomía es una de mis grandes pasiones, pero no la única. La enología y la música completan el top 3.

Y si encima puedo mezclar varias de esas pasiones, qué más puedo pedir. Cocinar escuchando música es casi una terapia para mí. ¿Y sabes qué? El son cubano está entre mis preferencias para ese momento. ¿Sorprendido?

Bebo agua con gas y limón, y servida en copa. Antes muerta que sencilla.

¿Que mi energía está bajo mínimos? Pues es poner música, empezar a cantar y se me recargan las pilas casi de forma inmediata.

Y hablando de alzar la voz, si quieres escuchar la mía, solo tienes que darle al play justo aquí debajo. Y de paso, me presento (de nuevo) y terminamos de conocernos. ¿Cómo lo ves?

¡Mil gracias!

Es lo mínimo que puedo decirte por haber llegado hasta aquí.
Y ahora que ya me conoces, cuéntame tú…